La Biblia nos narra en un pasaje escrito por rab Shaul (San Pablo) una situación que casi todas llegamos a pasar en la vida, aunque en estos tiempos parece que llegó para quedarse. Globalmente vivimos tiempos peligrosos, difíciles, no provocados por nosotras sino externamente, porque el pecado ha subido como la espuma.

Robar, matar, adulterar, es cosa de todos los días, y como dice el profeta Isaías “las sangres se suceden a las sangres y la tierra está enlutada”. Por todo el país vemos a madres de desaparecidos llorar a sus hijos, escarbar en medio de la nada, y por si faltara poco, son amenazadas y algunas asesinadas por buscarlos ¿Acaso esto no es algo externo?, no provocado por la persona angustiada, sino le vino de fuera.

Por estas cosas y como creyentes, amadas hermanas, ahora más que nunca debemos buscar de la gracia y ayuda de nuestro Padre celestial, quien nos dice “No temas, porque yo estoy contigo, cuando pases por las aguas yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego no te quemará, ni la llama arderá en ti” (Isa 43:2). Su Palabra dice también, y debemos de creerla, “las palabras que yo les hablo son espíritu y son vida”. Pero como todas sabemos, el mundo que nos rodea además de no tener esa bendición se encuentra en caos. Y ese caos es lo que a veces nos produce incertidumbre y temor.

Pero saben qué, los conflictos internos vienen, así los tuvo San Pablo y los hemos tenido los creyentes de todas las épocas.

¿Por qué no recordar sus palabras siempre? ¿No dice acaso una porción de la Escritura “El conoce nuestra condición y sabe que somos polvo”, porque del polvo de la tierra nos formó, él conoce pues nuestra fragilidad, pero alabado sea Dios que cuando somos débiles, Él es nuestra fortaleza.

Vivimos, y les reitero mi pensamiento inicial y título del comentario, el cual fue expresado por Shaul/Pablo, en el que se refleja lo que sucede:

 “Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló…” (2 Cor 7:5-6).

En este siglo veintiuno, llegó la pandemia que trastornó al mundo entero, el cambio climático que es una realidad aunque algunos lo nieguen, aunado a eso, el cambio y conflicto generacional que a nosotros como adultos nos mete continuamente en conflictos con los más jóvenes (el cambio de mentalidad que han sembrado con maldad políticos, sicólogos, comunicadores y líderes diversos) y por si fuera poco los llamados ‘influencer’ que llenan a diario las redes sociales de mentira y pecado, han convertido a la sociedad actual en un lugar difícil para vivir.

¿Cómo vivir o aceptar conductas ajenas a la voluntad de Dios, mis queridas amigas? Como muchas de ustedes, todas vivimos conflictos a nuestro alrededor y temores, pero gracias sean dadas a Dios que su amor que ha sido derramado en nuestros corazones nos da fuerzas para seguir adelante y velando por nuestras familias hasta que aparezca el Lucero de la mañana y venga por nosotros. SHALOM.