Alianza de Judíos Mesiánicos de México

Desde 1992

Organo Oficial No. 112, Invierno, 2024-25 / 57885

Editorial


Hemos entrado en un nuevo año, y aunque quisiéramos ser positivos, lamentablemente las condiciones imperantes en el mundo no lo permiten. La impiedad, la guerra, los pecados sexuales desbordados, la violencia generalizada, los malos gobiernos, así como la aceptación de la mentira (en todas las áreas de la vida) y el rechazo a la verdad, nos advierten que la profecía de YESHUA acerca de su retorno se está cumpliendo delante de nuestros ojos.

No se necesita siquiera ser creyente ni conocedor de las Sagradas Escrituras para saber que las cosas marchan mal, pues aún muchos de los incrédulos están inconformes con lo que sucede, no porque sus principios morales ―que no los tienen, o son laxos― se vean afectados; sino porque sus vidas impías o licenciosas también están expuestas al caos generalizado de maldad y violencia, lo cual les afecta, haciéndoles pedir a sus respectivos gobiernos la aplicación de la ley.

Claro, la ley de los hombres, no la Divina, ley eterna que no conocen, ni tampoco desean conocer, les estorbaría en sus planes puramente mundanos, malgastando sus miserables vidas en un hedonismo exhibicionista en el que por supuesto D-os no es considerado siquiera.

Se dice poco al respecto, pero la realidad es que, a diferencia de otras generaciones, existe un analfabetismo bíblico y espiritual mayoritario. Paradójicamente en la época con mayor acceso a las Escrituras, muy pocos las conocen y menos todavía las quieren conocer. Absurda y temerariamente las instrucciones del Creador les resultan desconocidas. Compran un televisor u otro equipo y leen las instrucciones para ver cómo funciona, sin embargo, las instrucciones para su propia vida no desean conocerlas, de manera que hacen lo que les viene en gana.

Consideran y creen en su arrogancia que no necesitan a D-os. El pecado del paraíso se mantiene vigente en sus vidas, por lo que no buscan al Salvador de sus almas (el Mesías YESHUA) ¿Para qué depender del Creador, si ya comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal? (Gen 2:17). En el siglo pasado escuchamos declaraciones de extrema arrogancia, recordando a cierta cantante francesa que dijo de manera pública “¡Yo no tengo nada de qué arrepentirme!”

En su soberbia manifiesta pasan por alto la justicia divina, la cual nos advierte en la Torá “que de ninguna manera tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:7), y todos lo hemos sido, en una u otra forma. Solo D-os es santo y solo él es justo, por tanto, requeríamos que alguien nos reconciliara con EL y justo a eso y por eso vino el Mesías hace dos milenios, de lo contrario, nadie se hubiese salvado, ni los de antes, ni los de después de su primera venida. Patriarcas, profetas y justos de la antigüedad confiaron y esperaron en la venida de ese Salvador, y los que hemos confiado en él desde hace veinte siglos (en que nos redimió a precio de su propia vida y sangre en la Pascua del año 33) unos y otros hemos sido rescatados y salvados por el Mesías de Israel ¡YESHUA HA MASHIACH!

Sin embargo, el amor de D-os para Israel no se ha extinguido, al contrario, es el tiempo profético para la salvación de su propio pueblo (así como la última cosecha para los gentiles-cristiandad). Tiempo de amor y gracia que la Biblia lo expresa con amplitud y precisión, pero, como lo advierte rab Shau:l “¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Rom 10:14). Querido hermano y amigo lector, afiánzate en el amor del Señor y obedece su Palabra pues en creerlo y hacerlo encuentras la verdadera felicidad y el sentido existencial, mismo que debemos compartir al resto de nuestros hermanos de la casa de Israel, a quien D-os no ha dejado de amar y a quienes nos envió a llevar su bendito mensaje. ¡Feliz Año 2025!



La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
 
Director: Mtro. Manuel Hernández Gómez
Sub-directora: Myriam Levy-Chernoff