Rabino Manuel Hernández G.
El clima de violencia que padece México es verdaderamente terrorífico, dantesco, jamás vivido en nuestro país, en el que las masacres se suceden una a la otra. Para que se tenga una idea de la situación, al mes de octubre de 2023, a cinco años del actual gobierno, se han cometido alrededor de 230 mil asesinatos (170 mil contabilizados por el propio gobierno, y alrededor de 60 mil encontrados en fosas clandestinas o partidos en pedazos los cuales no entran en la contabilidad oficial, pero que son vidas humanas también).
¿Qué sucedió en nuestra tierra, por qué se llegó a semejantes condiciones? La respuesta no es única, factores diversos han contribuido para que semejante clima de maldad y violencia haya cambiado el rostro social, cambiándolo de la paz al luto permanente. Ciertamente el gobierno ha sido el factor número uno para llegar al punto donde nos encontramos. Su incapacidad, indolencia, indiferencia, inmoralidad, falsa fe (engañaron a los evangélicos), corrupción, que agregada su amistad y cercanía con las bandas criminales dan como resultado un país en caos, dominado por los violentos y bañado en sangre. Peor aún: contando con un ejército bien armado y capacitado, lo cierto es que tienen orden de no tocar a los asesinos ni a las bandas de criminales que extorsionan, secuestran, violan, se apoderan de negocios, vehículos y tierras con absoluta impunidad (como en Israel durante la época de los jueces).
Sin embargo, el pueblo mexicano en buena medida también ha sido factor determinante para que las cosas cambiaran y la paz huyera del país. Un país que hace medio siglo, con todo y su sincretismo y pobreza escritural, era temeroso de D-os, temor que fue perdiéndose en la misma medida que los padres privaran a sus hijos de la instrucción cristiana, hasta dejar generaciones de verdaderos impíos. Ateos pragmáticos que sin declararse como tales han vivido y actúan así: calles, hogares, escuelas y lugares de reunión testifican contra ellos.
Acciones y actitudes impensables hace unas décadas hoy son estampas cotidianas. Hombres maduros, jóvenes y no pocos niños perdidos en las drogas, en el tráfico de éstas, en la promiscuidad (pecados sexuales). Los abusos contra niños(as) son un escándalo y muy pocos son perseguidos por la justicia. La mayoría quedan impunes.
Abiertamente se alientan las perversiones y la mayoría de los medios hacen eco a estas conductas, condenando al justo que las reprueba y elogiando a los que las promueven. En días recientes, y a causa del ataque terrorista de Hamás contra la población inocente de Israel, un homosexual que se viste como mujer y es diputado oficialista en nuestro Congreso, con soberbia manifiesta declaró: “¡Que viva Palestina libre! Muerte a los invasores asesinos de Israel”.
Añaden pecado a su pecado. No les basta su libertinaje y conductas promiscuas, a ellas les agregan sus odios contra lo que no conocen, convirtiéndose en pregoneros del diablo en la lucha eterna del mal contra el bien. Ni siquiera está enterado que, en “Palestina” como él declaró, no lo aceptarían como homosexual y mucho menos vestido de mujer como asiste al congreso mexicano. Es probable incluso que le darían muerte.
Retornando al tema principal, miles de jóvenes son levantados de las calles o engañados con falsos anuncios de empleo, obligados a convertirse en delincuentes y asesinos, y de negarse, son asesinados y sepultados de manera clandestina, haciendo del suelo mexicano un gran cementerio y miles de hogares en casas de luto permanente. Mujeres que son violadas, asesinadas o prostituidas mediante la esclavitud (en pleno siglo XXI), agregando luto y dolor a los padres y sus hogares.
Para algunos estos temas no deberían de tratarse en espacios como este. Quién piense así es que nunca ha leído la Biblia o no la ha entendido plenamente. Este libro bendito recoge la historia humana desde su rebelión contra D-os en Gan-Edén, hasta su rescate y redención en la cruz del Calvario por el Mesías YESHUA. La Biblia muestra tanto las acciones buenas como malas de los hombres, así como la bendición o el juicio del Señor sobre éstas. Describe las épocas de fe y obediencia de Israel a su Señor y D-os, como también las de rebelión, pecado y apostasía, de manera que varios libros de las Escrituras son una narrativa puntual de los juicios divinos contra su pueblo (Jueces, Isaías, Jeremías, Reyes, Crónicas y algunos otros).
Ahora bien, las acciones y conductas de los mexicanos en el siglo XXI téngalo por seguro que en buena medida son peores que las de la generación llevada cautiva a Babilonia. Tecnología, cine, internet, redes, drogas, libertinaje y demás, han contribuido para que millones de personas vivan sin freno alguno. Sus pasiones e instintos les dominan hasta transformarse en monstruos o depredadores de todo tipo ¿Cómo entender a una persona que le corta la cabeza a otra o la parte en trozos sin sentir remordimiento alguno? ¿Cómo no condenar el uso de videos, fotos y móviles para extorsionar a las mujeres a causa de acciones que ellas creyeron amor o que se dejaron guiar por sus deseos biológicos? Queda claro que el reino de las tinieblas domina a gran parte de la población. Tinieblas que día con día se acrecientan y la luz se reduce al remante de judíos y cristianos fieles al Señor y aferrados a su gracia.
A los homicidios hay que agregar secuestros, despojo de tierras, extorsión (cobro de piso), fraudes y violencias de todo tipo, pero sobre todo, la incredulidad de gran parte de nuestro pueblo. Las nuevas generaciones en su mayoría viven para dar rienda a sus pasiones y deleites (comer, viajar, divertirse, drogas, sexo ilícito, y un largo etcétera).
Ante tanto pecado e impiedad, ¿D-os guardaría silencio? La Escrituras establecen que Dios habla muchas veces y de muchas maneras (Heb 1:1). Y el Señor ha comenzado a hablar en algunas de sus formas conocidas, como por ejemplo, a través de la naturaleza. Quien piense que el Señor guardaría total silencio ante tanta maldad y pecado está equivocado. En la Torá o Pentateuco lo advierte con claridad: “que de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:7).
El martes 24 de octubre (2023) el huracán Otis pegó al puerto de Acapulco, famoso por su vida licenciosa, el tráfico de drogas, entrega a los placeres y una vida sensual. Una ciudad controlada por gobiernos de impíos y bandas de criminales. Otis llegó a la costa como tormenta tropical y en pocas horas frente al puerto se convirtió en huracán de categoría 5, destruyendo la ciudad y dejando a su paso un panorama apocalíptico (como le calificaran televisoras y algunos periódicos). Por si quedaran dudas, al siguiente día un sismo de 5 grados se hizo sentir. Por tres días no hubo luz, agua, comida, comunicaciones de ningún tipo, estuvieron totalmente aislados, ni siquiera por carretera ni vía áerea, pues la autopista y el aeropuerto quedaron severamente dañados.
Y si el gobierno falló ante la tragedia (se habían robado los fondos para desastres FONDEN) y no respondieron si no hasta tres días después de semejante catástrofe, el pueblo no estuvo mejor que sus gobernantes.Los siguientes tres días muchos de ellos salieron como demonios de sus viviendas destruidas o semidestruidas a cometer pillaje y rapiña, robandose, no comida, que si lo hicieron, pero el gran saqueo fue de televisores, muebles, aparatos eléctricos y electrónicos y todo cuanto pudieron llevarse. Ejército y cuerpos policíacos les dejaron hacer cuanto quisieran. Conductas que nos lleva a preguntar ¿Tantas desgracias sobre México serán acaso parte de un juicio a causa del pecado?SHALOM.
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Rabino Manuel Hernández G.: es consejero espiritual de la AJMM, tiene Licenciatura y Maestría en Teología, egresado de la Universidad FLET de Miami (graduado con «Summa Cum Laude»).
Email: mahergo1950@gmail.com
La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
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