Rabino Manuel Hernández G.
  No cabe duda que los seres humanos somos complicados y en no pocas veces incongruentes. En el caso de los creyentes decimos públicamente que nuestra vida le pertenece a Dios por derecho creacional. Incluso que por decisión propia creemos en él, que le amamos y obedecemos su Palabra. En la teoría esto suena bien, muy bien.
     El problema son los hechos. Siendo honestos con nosotros mismos a través de los siglos, durante y después de la época bíblica, la mayor de las veces leemos (o sabemos por experiencia) que el pueblo de Israel ha querido decirle a D-os cómo debe(ía) venir y qué debe(ía) hacer el Mesías, incluso cómo debe ser el judaísmo. Pocos lo aceptarían, claro, pero en la práctica así sucede.
     Extraña cosa somos pues. Y aunque en lo personal no nací en un hogar judío (D-os en su gracia y misericordia me atrajo a su servicio entre su pueblo hace ya tres décadas); sé por experiencia que tanto judíos como cristianos por lo general tenemos el atrevimiento de decirle a D-os cómo deben de funcionar las cosas. Modositos, sí, pero exigentes y atrevidos en la práctica (por no decir soberbios).
     ¿Ha visto o conoce usted algún judío que sin leer jamás la Biblia, o apenas algunos textos, pontifica sobre las verdades eternas atreviéndose a decir incluso y sin rubor alguno cómo debe ser el Mesías, cómo y cuándo debía de venir? Yo he conocido a muchos; como también a muchos cristianos que han inventado su propio Jesús, sacándole del contexto bíblico e histórico, hasta hacer de él un gentil que carece de relación alguna con el pueblo judío. Los extremos que se tocan.
      El Señor sin embargo en su amor y gracia espera pacientemente que despertemos de nuestro extravío (originado por nuestros pecados y arrogancia espiritual), expresando por medio del profeta palabras que reflejan la verdadera condición de su pueblo: “Mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer” (Oseas 11:7). Dijeran los estudiosos de la conducta humana que se trata de trastornos de personalidad, pero no, simplemente se trata de una actitud pecaminosa y rebelde.
      A manera de evaluación que nos lleve a una sencilla pero sincera reflexión para enderezar el rumbo, leamos los siguientes textos:
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ö “Les escribí las grandezas de mi Ley, y fueron tenidas por cosa extraña”
                                                                  Oshea-Oseas 8:12
⢓¿Así pagáis a Yahwéh, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció¦ Pero engordó Jesurún, y tiró coces¦ Entonces abandonó al Dios que lo hizo”
                                                Devarim-Deuteronomio 32:6,15
⢔Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”
                                                          Oshea- Oseas 4:6
     Ahora bien, si realmente deseamos que sea D-os quien tome el control espiritual de nuestra vida y del pueblo judío tenemos que cambiar varias cosas. En primer lugar arrepentirnos de nuestra arrogante postura. D-os es D-os y  nosotros simples criaturas (aunque por mucho tiempo hayamos suplantado su lugar, no importa que tan sutilmente lo hayamos hecho) somos seres finitos, nos guste o no, por tanto le necesitamos.
     Derivado de lo anterior y si queremos que nuestra fe realmente sea guiada y bendecida por el Señor, en lo sucesivo tendrá ser D-os precisamente quien diga lo que se tiene qué hacer y por consecuencia las Kitvei Kodesh (Escrituras Sagradas â Biblia) deben ser atendidas y obedecidas pues solo en ellas se encuentra plasmada su voluntad.
     Ante este necesario cambio surge ineludible la pregunta: ¿Se podrá obedecer un libro que no se conoce? Por muy sagrado que sea, la respuesta es no, de ahí la necesidad imperiosa que el creyente se dé a la tarea de leer la Biblia para ir conociendo a su D-os y conocer su voluntad. De introducirse en un mundo espiritual nuevo y maravilloso, o conocido intelectualmente, pero desconocido en su sentido espiritual, mostrándosele en lo sucesivo el camino a seguir como dice el salmo:
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⢔Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Juré y ratifiqué que guardaré tus justos juicios¦ vivifícame, oh Yahwéh, conforme a tu palabra” (119:105-107)
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     En el mismo sentido podemos afirmar que igual de absurdo es negar que Yeshua es el Mesías si se desconoce la Biblia (Tanaj y BritChadashá). Semejante postura además de atrevida y absurda, carece de toda sensatez. Nadie puede rechazar el mesianismo de Yeshuaâ¢sobre todo con argumentos bíblicos y teológicos sólidos⢠si desconoce la profecía del Tanaj; de cómo y cuándo vendría el Mesías, qué haría, porqué lo haría y para qué lo haría.
      El mensaje divino revelado en las Escrituras se conforma de diversas doctrinas pero tres son su eje fundamental «Caída, Redención y Resurrección». Si un judío o un cristiano no entienden bien estas tres doctrinas, como dice el profeta Isaías «todavía no le ha amanecido».
     Querer llevar la fe porque así me lo enseñaron o porque esta es la tradición â¢como dijera Tevye, el simpático lechero de Anatevkaâ¢, carece de sustento y eficacia delante de D-os. La fe va más allá de lo simpático o de la herencia religiosa. Cuando la persona finalmente se encuentre ante la presencia del Señor no estará el rabino (ni el pastor, ni el sacerdote) para defenderle de sus desobediencias, desviaciones o rebeliones. En la hora suprema solo la verdad revelada será válida, de allí que las palabras del Mesías cobren vida: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres»(Yoahanán â Juan 8:32).
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Tevye “el lechero” (Chaim Topol). Película “El Violinista en el Tejado”
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     Paradójicamente en una época en la que todo se cuestiona, que los medios y la educación nos conceden todas las herramientas necesarias para llegar o acercarnos a la verdad, resulta absurdo que muchos pretendan todavía vivir la fe como si estuvieran en la Edad Media. Inclinados por rezos y ritos se engañan a sí mismos, disminuyendo la grandeza divina (lo cual es imposible), para hacerse un dios a su imagen y semejanza, invirtiendo las palabras de amor y gracia del Señor:
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⢔Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza¦” (Bereshit-Génesis 1:26).
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     Cercanos al final del presente comentario, meditemos acerca de los absurdos religiosos que nada tienen que ver con la auténtica fe judía. En tanto que el primer mandamiento nos ordena«amar a Dios por sobre todas las cosas», en la practica el mandamiento ha sido cambiado por absurdos e interminables ritos ¿Acaso tocar la Torá cuando es llevada por los pasillos de la sinagoga nos hará más santos o mejores? (como si fuera magia). Tal cosa es simple superstición. No es el objeto, son el espíritu y las Palabras eternas impresas en la Torá las que nos conceden vida, las que nos llevan a conocer y amar a D-os, así como a nuestro prójimo.
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    Moisés profetizó acerca del Mesías: “Profeta les levantaré de en medio de tus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre; yo le pediré cuenta¦” (Devarim-Deuteronomio 18:18-19) ¿Le haremos caso al Mesías Yeshua, o continuaremos imponiendo nuestro propio criterio como hasta ahora?
     No cree usted que es tiempo de abandonar añejos prejuicios y entender juiciosamente cuál es en verdad la voluntad divina; de reconocer quién es el Mesías y porqué podemos confiar absolutamente en él. Respuestas que solo la Biblia nos puede conceder, pero jamás la tradición o nuestro criterio personal sin sustento en las Escrituras, respuesta profética que en YESHUAcobra plenitud y vida, vida eterna (sus comentarios y preguntas son bien recibidos). SHALOM.
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El rabino Manuel Hernández G., tiene Licenciatura y Maestría en Teología por la Universidad FLET de Miami, y es consejero espiritual de la AJMM.
e-mail:Â mahergo50@hotmail.com
La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
Director: Mtro. Manuel Hernández Gómez
Sub-directora: Myriam Levy-Chernoff