Alianza de Judíos Mesiánicos de México

Desde 1992

Organo Oficial No. 55, Primavera, 2009-5769

Ángel Sanz Briz
Un ángel español para los judíos de Hungría

M.T. Manuel Hernández G.


En la vida no se debe encasillar a las personas bajo un mismo criterio, siempre habrá excepciones. El maniqueísmo jamás funciona y por lo general lleva a conclusiones erróneas y juicios injustos. Tal es el caso del español Ángel Sanz Briz, cuyo nombre puede resultar desconocido para la mayoría de las personas, incluso para casi todos los españoles (a causa de su visión política de juventud); no así para miles de judíos que salvó de ser llevados a los campos de exterminio nazi.

       Nuestro personaje de hoy nace en la ciudad de Zaragoza (España) el 28 de septiembre de 1910. Es uno de los cinco hijos del matrimonio integrado por Felipe Sanz y Pilar Briz. Su padre provenía de una vieja familia aragonesa dedicada al comercio y su madre de familia de militares.

      Estudia la carrera de abogado la cual concluye en 1932 y al año siguiente ingresa a la Escuela Diplomática de Madrid, de la cual se gradúa en junio de 1936. A los pocos días de haber concluido sus estudios diplomáticos, se inicia la guerra civil española y Ángel se enlista como voluntario en las tropas franquistas y es enviado como chofer de camión al cuerpo del Ejército marroquí.

      Terminado el conflicto bélico, Sanz Briz es nombrado encargado de negocios de la Embajada de España en El Cairo (año de 1939), iniciando así una larga carrera diplomática. Una vez iniciada la Segunda Guerra Mundial, Ángel permanece en la legación española en Egipto, hasta que en 1943 es nombrado secretario de la Embajada Española en Budapest (Hungría).

      En ese entonces el titular de la Embajada de España en Hungría era Miguel Angel de Muguiro: un abierto protector de los judíos que junto con José Ruiz de Santaella y Federico Oliván en Berlín (Alemania), así como Juan Palencia en Sofía (Bulgaria), Bernardo Rotllán de Miota en Vichy (Francia), Sebastián Romero Radigales en Atenas (Grecia) y José de Rojas en Bucarest (Rumania) formaron una especie de bloque diplomático que sirvió para librar las vidas de miles de judíos de garras de los nazis.

       Todos ellos estaban enterados de las continuas deportaciones de judíos lo cual notificaban inmediatamente a sus superiores en España aunque sin recibir respuesta alguna. A causa del total silencio y anteponiendo todos ellos sus principios y calidad humana a sus deberes diplomáticos, utilizan sus cargos para librar de sus captores a miles de judíos. Para tal efecto utilizan una ley aprobada durante el gobierno dictatorial del Gral. Miguel Primo de Rivera quien en 1924 concede automáticamente “la nacionalidad española a todo judío sefardí que la solicitara”. El problema es que dicha ley ya había sido derogada en 1931 (solo que los nazis lo ignoraban).

      Poco tiempo después de que Sanz Briz llega a Budapest, el ejército alemán ocupa Hungría en la primavera de 1944. El mismísimo Adolf Eichmann se hace presente en Budapest para dirigir las maniobras tendientes a la llamada “solución final”, provocando un golpe de estado en el gobierno local que culmina el 15 de octubre de ese año y con ello la dominación absoluta del terror.

       Mientras tanto el embajador español Miguel Angel de Muguiro recibe la solicitud de enviar de Hungría a la ciudad de Tánger (Marruecos) nada menos que 500 niños judíos acompañados por 70 adultos. Sin importarle en absoluto el riesgo, el embajador hispano pone todo su empeño hasta lograr que los niños crucen la frontera Suiza, lo cual hace que el gobierno húngaro le declare “persona non grata”, por lo que España le repatría.

      La embajada española en Budapest queda como simple Legación Diplomática al mando del secretario y encargado de negocios, Ángel Sanz Briz, quien en ese entonces contaba con 32 años de edad y no queriendo cometer los errores de su antiguo jefe y deseando ayudar a los judíos de Hungría (sefarditas y azquenazis), implementa un plan para rescatarlos ayudado por otro hombre excepcional, el italiano Giorgio Perlasca.

      Su primer acción consiste en rescatar a los sefarditas residentes en ese país. En aquel momento vivían en Hungría apenas 200 sefarditas a los que de manera inmediata les expide un pasaporte español, siempre procurando ofrecer su valiosa ayuda con toda discreción.

      Y como las autoridades húngaras y alemanas estuvieran enteradas del número de sefarditas en el país (200 personas), Sanz Briz utiliza la sabiduría y el ingenio emitiendo y otorgando un pasaporte español a todo judío que se lo solicitara, logrando el rescate de miles de familias al expedir 5,200 documentos diplomáticos. Siempre providencialmente y con el silencio cómplice de las autoridades españolas (debemos recordar que su país no participó en la 2ª Guerra Mundial, permaneció neutral).

      ¿Cómo le hizo entonces si nada más podía expedir 200 pasaportes? El diplomático español emitió varias series de documentos, todos del 001 al 200, utilizando series sucesivas sin pasar jamás del número 200. Por ejemplo el A-1/120, el A-2/120, el A-3/120 etcétera, lo que impidió que los nazis descubrieran el truco (lo que nos corrobora de nueva cuenta que D-os puede cegar temporalmente los ojos de los malvados y abrir los de los justos).

      Otra de sus acciones consistió en colocar banderas españolas con letreros en alemán y húngaro con la leyenda <<Anexo a la Legación de España. Edificio Extraterritorial>>, lo cual sirvió para preservar los sitios donde refugiaba a los judíos bajo su cuidado, situación que nos recuerda al valiente Raoul Wallenberg.

       Las ocasiones que los nazis intentaron entrar en estos edificios, el diplomático español les echó fuera haciendo todas las gestiones legales conducentes ante el gobierno local para estos casos de violación de territorio español.

      Habrá de señalarse que en todas estas gestiones y defensa de los judíos de Hungría, Ángel Sanz Briz a quien muchos le dicen el “Oskar Schindler español” estuvo acompañado del italiano Giorgio Perlasca (que por razones que en otra ocasión comentaremos contaba con pasaporte español que su amigo Ángel le expidió bajo el nombre de Jorge Perlasca).

       Debido al rumbo tomado por la guerra, Sanz Briz es llamado por el gobierno de su país y se le ordena cerrar la Legación Diplomática en Budapest. Terminada la guerra, Ángel Sanz Briz continúa con su carrera diplomática en la que sirve a su país en lugares tan distintos y distantes como Lima, La Haya, Berna, Guatemala, San Francisco, Washington y Bruselas. Incluso en 1973 es nombrado como primer embajador de España en China y en 1976 es enviado al Vaticano, donde muere al 11 de junio de 1980.

       El nombre de Ángel Sanz Briz se encuentra en el muro del Bosque de los Justos en Jerusalén, reconocimiento que le concedió el gobierno de Israel en el año de 1991. Y como casi siempre sucede (ya fallecidas las personas), en octubre de 1994 el gobierno de Hungría le rinde homenaje colocando una placa alusiva en uno de los edificios que utilizó en Budapest para proteger y salvar a los judíos. Al poco tiempo en otro homenaje póstumo se le concede la “Medalla de la Orden del Mérito” de la República de Hungría.

        En España, aunque se ha emitido un sello postal con su efigie y en Zaragoza se le considera desde 1977 <<hijo predilecto>> (por lo que se colocó un busto de bronce en una pequeña plaza del barrio de Casetas y una escuela ya lleva su nombre), lo cierto es que prácticamente resulta desconocido. La pregunta obligada es ¿de haber luchado al lado de los republicanos su figura tuviera otro sitio de mayor honor? A esto me refería al principio cuando decía que en la vida no se debe encasillar a las personas bajo un mismo criterio, siempre habrá excepciones. El maniqueísmo jamás funciona y por lo general lleva a conclusiones erróneas y juicios injustos. Ángel Sanz Briz hizo lo que su conciencia de hombre de principios le dictó. A la hora de ayudar a su prójimo no se dejó llevar por ideas políticas de ninguna especie, sino por sus valores cristianos de hombre de bien.

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La redacción e investigación del personaje estuvo a cargo del Maestro Manuel Hernández G.



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