Rebbetzin Celia C. De Hernández
Por todos lados escucho recomendaciones y consejos para librarnos de esta pandemia que azota al mundo. En medio de todas estas cosas, leí como en tiempos pasados la lucha contra las enfermedades parecía tener un fin prometedor, entre otras cosas, leí como habían batallado para vencer la fiebre escarlatina, la viruela, la poliomielitis, y estas batallas ya habían sido ganadas, y que el cáncer sería la próxima en ser derrotada.
Fue entonces que a la manera de las plagas bíblicas comenzaron a aparecer nuevas y terribles enfermedades, con una capacidad de mutación y propagación impresionantes. Apareció el herpes, el sida, enfermedad que ha afectado a la sociedad más que ningún otro evento en memoria reciente.
Los expertos en el virus del sida dicen que a menos que se descubra una pronta cura contra el sida, ésta será una plaga terrible, un gran azote para los tiempos modernos, pero si todo esto se analiza a la luz de la Biblia y en el terreno espiritual, hay una enfermedad peor y más destructiva que el covid 19 y el sida, una enfermedad que mata eternamente al ser humano y solo nuestro Mesías YESHUA la puede curar, y su nombre es el pecado.
El pecado es peor que una pandemia, es una enfermedad universal, así lo dice la Biblia“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom 3:23). Si decimos que no tenemos pecado, como suelen hacerlo algunas personas petulantes y soberbias, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad no estaría en nosotros (1ª Juan 1:8).
Todos somos pecadores porque todos hemos quebrantado el pacto sempiterno de Dios, pues como dice el profeta Isaías “…en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (64:5-6). No hay gel, ni toallas con cloro, ni químico alguno creado por el hombre que logre matar este virus. ¡Cómo podremos escapar pues caímos como las hojas y nuestras maldades nos llevaron como el viento!
EL PECADO: ENFERMEDAD DEGENERATIVA
Usualmente empieza en una forma muy pequeña que ni cuenta te das, una mentira blanca, una mala actitud, un doble discurso, un pequeño robo, unas copas de más, una tacha o un churro (como dicen ahora los jóvenes con las drogas que usan), pero el más grande de todos los pecados es contra el primer mandamiento: “El primer mandamiento de todos es: Oye Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mar 12:29-30).
Y es que al no obedecer el primer mandamiento, se ponen su CORONAVIRUS espiritual, en vez de coronar en su vida como Rey, a aquel al que pusieron una corona de espinas, esto es, a nuestro amado Mesías YESHUA. No decimos nada nuevo cuando señalamos que esta generación mala e incrédula, ni entiende el primer mandamiento, ni tampoco le interesa entenderlo. El Señor está fuera de sus vidas, les resulta totalmente ajeno.
En todo este desasosiego mundial no escuchamos quién busque a Dios, no hay quién clame buscando su justicia, solo se oye el clamor a causa de las enfermedades y de la angustia colectiva, pero pocos hay que clamen arrepentidos al trono de su gracia. Una recomendaciónque hemos escuchado en forma machacante, es que te laves las manos a cada rato para no contagiarte. Pero a nadie escuchamos en los medios decir que si queremos llegar ante el trono de Dios para ser escuchados y socorridos, debemos adorarle y llegar a su Santuario con manos limpias y corazón puro (Sal 24:4). Eso no solo nos libra de la muerte física, nos libra de la muerte espiritual, pero ¿cómo clamarán en el Dios que no han creído? ¿Cómo podrán ser escuchados sin arrepentirse de sus pecados?
Entre las muchas recomendaciones del sector salud te dicen también que no abraces a nadie, recomendación que trasladada al campo espiritual, queda claro que la mayoría jamás abrazará la fe verdadera;y es que esta generación, y con mucha tristeza lo digo, no se ha lavado de su inmundicia, de su vida contagiada por el pecado como dice la Escritura y ni por enterados se dan (Prov 30:12). Pero eso sí, el susodicho coronavirus los trae locos de pavor. Dichosos los que confían en el Señor, porque el amor de Dios echa fuera todo temor (1 Juan 4:18).
Las enseñanzas de la Palabra nos dicen“que la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es vida eterna en el Mesías Yeshua, Señor nuestro” (Rom 6:23), y agregan “que la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte” (Sgo 1:15). Si haces un paralelismo, el virus llega, te atrapa, te enferma, te agrava y finalmente te mata. La muerte física la producen muchas enfermedades, pero la muerte eterna, que es la muerte segunda (producto del pecado), es la condenación al fuego eterno, como dice la Escritura: “pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego y azufre que es la muerte segunda” (Ap 21:8). Muerte de la que por cierto ningún medio de comunicación toca.
Mientras que muchos que ni siquiera se creen pecadores, ni están dispuestos a abandonar su conducta, vemos que ellos quisieran evitar las consecuencias de sus pecados, por eso han puesto su confianza en la ciencia y anhelan el día que las drogas milagrosas curen todos los males de todos los vivientes de la tierra, que se mueran todos los virus, las bacterias, que las enfermedades venéreas no les afecten en su conducta libertina y que las enfermedades mentales no los torturen.
En algunas ocasiones la ciencia lo logrará y estoaliviará sus males físicos ciertamente, pero nunca les podrá aliviar el mal del corazón humano (pecado), que es lo que Dios nos pide para sanarnos y compartir su amor eterno y paternal: “¡Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos!” (Prov 23:26). No podemos perdonarnos solos y el sicólogo tampoco puede, necesitamos a Dios y necesitamos de su gracia y perdón, por esto dice el sabio rabino Shaul:“¡Miserable de mi! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios por Yeshua el Mesías y Señor nuestro”(Rom 7:24-25).El es el único que nos puede perdonar, porque él es el único justo y él es el único que al morir pudo salvarnos.
El poder de la medicina aunque ha avanzado mucho, no deja de tener límites. El profeta Jeremías confrontó a su generación por su vida rebelde y pecaminosa: “¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues no hubo medicina para la hija de mi pueblo?”(8:22). Tengo buenas nuevas para todos, YESHUA es el médico del cuerpo y del alma ¿quieres vivir y ser sano del cuerpo y delalma? Corónalo como Rey y Señor de tu vida, acéptalo como el Mesías anunciado en el Tanaj y esperado por nuestros padres, su amor es sublime, perfecto y perdonador. Es el amor de Dios manifestado, amor que nos salva, amor que quita todo pecado, todo temor y trae sanidad y vida eterna ¿Lo crees querida amiga? Si no lo has hecho, recíbelo hoy, abre tu corazón para ser sana de la enfermedad espiritual. SHALOM.
La rebbetzinCelia C. de Hernández es consejera espiritual de la AJMM.
Email: celiacornejoh@gmail.com
La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
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