Dra. Elizabeth Hernández-Bellon
Esta es una pregunta muy común en el mundo y siempre lo ha sido, pero en la actualidad ha tenido un auge tremendo entre la cristiandad. Es frecuente escucharles:¿Eres feliz?,porque si no lo eres, DIOS tiene la respuesta para ti; esto es una realidad, sin embargo esta respuesta está basada en un contexto equivocado. Efectivamente DIOS tiene la felicidad en sus manos, pero vamos poniendo primeramente la definición de felicidad y lo que es para el mundo, y luego plantearemos cual es la verdadera felicidad para los Hijos de DIOS según la Biblia.
Def: “Felicidad (Bienaventurado),es el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecho por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno, los sinónimos de felicidad son: bienestar, tranquilidad, placidez, despreocupación.”
Con lo antes planteado, podemos ver que ser feliz es el cumplimiento de tener lo que se desea y disfrutarlo. Hoy en día, ser feliz es sinónimo de riqueza, placer, risa, comida, viajes, ropa, etc., en fin todo lo externo. Cuando estos creyentes ofrecena una persona venir a los pies del SEÑOR, el ofrecimiento es pídele, él te dará y hará lo que tú quieras, en fin, una especie de genio de la lámpara maravillosa esperando las ordenes de su amo, para hacerlo feliz en sus deseos. Posición falsa y absurda.
Así que hoy vamos a tratar lo que realmente es para los hijos de DIOS la felicidad, y quien mejor para explicarnos que nuestro amado Yeshua en el Sermón del Monte, en las Bienaventuranzas que encontramos en Mateo 5:1 al 12. Para marcar el contexto de esta enseñanza, podemos ver que este gran sermón es el gran principio del ministerio de Yeshua; pues encontramos que apenas en el capítulo 4:12 inicia su predicación y la elección de sus discípulos, y leemos que al predicar este hermoso y aleccionador mensaje ya le seguía mucha gente, así como sus apóstoles y discípulos.
«BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPIRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS, BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE ELLOS RECIBIRAN CONSOLACION» (Mat 5:3-4)
Podemos imaginar a esa multitud que esperaba la venida de un Rey poderoso, que trajera liberación de sus opresores con fuerza, poder, riqueza, gloria etc., y sin embargo vemos a un hombre predicando en lo alto de una montaña con unos discípulos con características muy particulares que Yeshua eligió, hombres comunes, sin rangos, ni poder, ni dinero, encabezando esta escena. Leemos que Yeshua abre su boca y lo primero que él dice es:“Felices (bienaventurados) los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”, ¿quésignificabanestas palabras para aquella multitud, si el pueblo judío se consideraba el poseedor de la verdad, el conocedor de la Torá?, ¿Cómo les podía decir pobres de espíritu, si ellos, al menos sus líderes, se consideraban los poseedores del reino?, sin embargo Yeshua se refería a que si no estamos en bancarrota espiritual, no podemos ser parte del Reino. Que no importa cuán religiosos, conocedores, de qué linaje seamos, todos necesitamos reconocernos sin nada que ofrecer, deudores ante Dios, y además, llorar y reconocer por nuestros pecados para poder formar parte de su Reino.
Qué palabras tan mas contrarias estaba predicando aquel hombre; pobreza, lloro, cuando debería de ser lo contrario, y sin embargo el continúa diciendo:“bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”, nuevamente palabras contrarias escuchaban aquellos hombres, ¿de qué está hablando, si tenemos a Abraham por padre y a Moisés y los profetas, y la tierra es nuestra promesa ya cumplida? Ellos se creían ya poseedores, pero el Mesías les reconvenía, les reiteraba que primero tenían que estar dispuestos a reconocer su carencia espiritual, su pobreza total, llorar por cada una de esas faltas cometidas y ser mansos (que significa suavidad y benignidad en la condición o en el trato, estar libre de arrogancia o presunción). ¿Sería posible que ellos dejaran de sentir orgullo por todo aquel legado que tenían en relación a todos los pueblos de la tierra, si eran el pueblo elegido?, posturas que quizá no han cambiado mucho en la actualidad y a través de los tiempos, la humanidad como vemos permanece en la misma postura, aunque con diferentes argumentos.
Continúa nuestro amado Rabí con su poderoso sermón, diciéndoles:“bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los misericordiosos, bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados los pacificadores, bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia y bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo, gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.
Pensemos por un momento en nuestra actualidad, que pasaría si congregáramos a una multitud y les dijéramos que si quieren ser felices tienen que ser pobres, llorar, ser mansos, tener hambre y sed de justicia, ser misericordiosos, pacificadores, ser perseguidos y vituperados por causa de su Salvador, y que además, tienen que gozarse y alegrarse por que recibirán un galardón en el cielo… ¿consideras que esto sería popular, lo que la gente quiere y pide para ser feliz? Porque la definición de felicidad es disfrutar algo que se desea, pero el hombre caído nunca desea nada que sea bueno para el espíritu, como son el quebrantamiento, el dolor, el llanto, la persecución etc.
Sin embargo Yeshua indica claramente que el primer paso para poseer el Reino es ser pobre de espíritu y una vez formando parte del Reino, comienza el caminar hacia nuestra vida con él, y cada uno de los pasos es contrario a nuestra naturaleza carnal, ya que si verdaderamente somos hijos del Reino, tenemos una nueva naturaleza: “De modo que si alguno está en el Mesías, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”(2 Cor 5:17). Esta nueva naturaleza nos permitirá avanzar hasta llegar a los siguientes versículos después de las bienaventuranzas, que será poder ser ‘sal y luz de la tierra’.
Creo que muchos y muchas veces, quisiéramos brincar algunas de las bienaventuranzas, como ser pacificadores o mansos, no sé cuál es tu caso, pero lo que es claro es que para gozarnos y alegrarnos de nuestro galardón en los cielos, es necesario iniciar siendo pobres de espíritu y seguir cada uno de los parámetros anunciados por nuestro Mesías, rogando la guía y la ayuda del Espíritu Santo en nuestras vidas, pues solo por él, es que podemos ser vencedores.
Reflexionemos si hemos llorado lo suficiente y si el peso de nuestros pecados nos ha hecho venir a pedir misericordia al Señor reconociendo nuestra bancarrota espiritual y rogando justicia. Analicemos si tenemos hambre y sed de conocer más a nuestro Salvador, consideremos nuestro corazón y veamos si hay misericordia y si tenemos mansedumbre. Los parámetros de nuestro Señor son altos, pero él nunca los estableció para que falláramos, pues por eso mismo nos dio la salvación por gracia y nos dejó su Espíritu como nuestro ayudador. Busquemos el rostro de DIOS rogando por la verdadera felicidad, la interna, la que produce la verdadera satisfacción y gozo del deseo puesto por DIOS en sus hijos, y dejemos de buscar la felicidad externa que es pasajera y nunca produce nada interno pues es perecedera. Recordemos al hombre más sabio y rico sobre la tierra que después de haber experimentado todos los placeres del mundo reconoció que “el fin de todo discurso es temer a Dios y guardar sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13)
Dra. Elizabeth Hernández-Bellon es miembro de la AJMM.
Email: liz@eljardindeliz.com
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