M.T. Rabino Manuel Hernández G
âSin profecÃa el pueblo se desenfrenaâ, advierte la Escritura (Mishlei-Proverbios 29:18). Ningún pasaje bÃblico ilustra mejor esta enseñanza, que la histórica salida de Egipto. Una vez que D-os libera al pueblo de la dura esclavitud a la que le tenÃan sometida los egipcios, mientras Moisés sube al Sinaà para recibir los Atzeret ha Dibrot (Diez Mandamientos), Aarón pierde toda sensatez y da al traste con toda santidad y obediencia, pues apenas es presionado por el pueblo âque impuesto a ser subyugado no tolera la breve ausencia de su lÃder- accede a las pecaminosas peticiones de la turba fabricándoles el nocivo «becerro de oro»: sÃmbolo de la religión desviada, de la corrupción espiritual y el materialismo hedonista.
La Biblia nos muestra repetidamente este mismo patrón de conducta. Cuando leemos la historia del sacerdote Elà âepisodio que acontece casi al final de la era de los jueces-, el texto nos relata en detalle la laxitud espiritual del sacerdote y sus hijos en el templo portátil (actitud perniciosa y permisiva que se sigue repitiendo entre judÃos y cristianos en el liderazgo religioso):
-âPero Elà era muy viejo; y oÃa de todo lo que sus hijos hacÃan con todo Israel, y cómo dormÃan con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reuniónâ¦
  Y vino un varón de Dios a ElÃ, y le dijo: Asà ha dicho Yahwéh: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? Y yo le escogà por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mÃ; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.
  ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mÃâ¦
    Por tanto, Yahwéh el Dios de Israel dice: Yo habÃa dicho que tu casa y la casa de tu padre andarÃan delante de mi perpetuamente; mas ahora ha dicho Yahwéh: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y a los que me desprecian serán tenidos en pocoâ
                                                                                        Shâmuel Alef-1 Samuel 2:22,27-30.
     Como consecuencia, pues, de semejante conducta es que D-os levanta al profeta Samuel, quien por muchos años habÃa servido a D-os sin conocerlo (como ayudante del sacerdote ElÃ, quien le habÃa criado y preparado ministerialmente). Esta extraña paradoja de servir a D-os sin conocerlo, es la constante entre muchos de los que participan en el altar; la cuestión de fondo en esta historia, es que un dÃa D-os llama y se revela al joven Samuel (lo cual debe suceder en lo individual con todo siervo del Señor) confiándole como primer misión una penosa tarea. La noche que D-os le habla al profeta, Samuel desconcertado por la experiencia acude al cuarto de Elà hasta por tres veces, de manera que el viejo sacerdote al entender lo que estaba sucediendo, aconseja al joven que diga al Señor: «habla, Yahwéh, porque tu siervo oye» (1 Sam 3:10).
La Palabra que recibe Samuel debió dejarlo tumefacto y confundido, pues aunque no le era desconocida la actitud mundana y apática del sacerdote Elà y sus hijos -respecto de las cosas divinas-, lo cierto es que le estimaba pues su madre Ana le habÃa entregado al servicio del Señor desde muy niño, por lo que el sacerdote prácticamente le habÃa criado:
- âY Yahwéh dijo a Samuel: He aquà haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oÃdos. Aquel dÃa yo cumpliré contra Elà todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin.
    Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elà que la iniquidad de la casa de Elà no será expiada jamás, ni con sacrificio ni con ofrendasâ
                                                                                                                             (cap 3:11-14).
     El juicio divino sobre aquella casa sacerdotal es claro «por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios y él no los ha estorbado» ¿Cuántos hijos espirituales (no carnales) de rabinos, sacerdotes y pastores, blasfeman el Nombre de D-os y ellos no les estorban? No estamos hablando de no creyentes; nos referimos a individuos que diciéndose judÃos o cristianos blasfeman con sus hechos y dichos al Señor y sus lÃderes religiosos ni siquiera se inmutan, se mantienen indiferentes.
Recuerdo hace algunos años el penoso caso de una persona que habiendo caÃdo en pecado, vino a mi oficina buscando alivio a su remordimiento, pero sin arrepentirse de su acción. Con profundo dolor tuve que pedirle que se fuera y volviera cuando en realidad reconociera su falta; ya que entendiera su ofensa al Señor. Y es que creer en D-os es obedecerle. Creer en D-os es vivir bajo las normas de la Escritura. Creer en D-os es mostrar una ética superior.
No se trata de manera alguna de mojigaterÃa y pesados ritos que no cambian ni transforman a nadie. Se trata de creerle a D-os, de tomar las Escrituras como norma de fe y conducta, de ver la vida con una cosmovisión a eternidad que se goza desde ya y jamás concluye. De comprender que D-os se ha revelado al hombre por medio de las Escrituras de tal forma que no tenemos que inventar nada. Nos corresponde obedecer y punto (y por consecuencia viene la tan ansiada paz y felicidad interior).
Al mirar hacia el pasado bÃblico el teólogo inglés J.I. Packer enfatiza el cuidado divino para escoger lÃderes Ãntegros y piadosos capaces de transmitir el mensaje con celo y seguridad para el pueblo: ââ¦Debemos recordar que a Israel, como pueblo de pacto con Dios, se le habÃa prometido orientación por medio de la revelación divina cada vez que fuera necesaria. Además de otorgarle a Israel su ley; y de encargar a los sacerdotes para enseñarla, Dios habÃa dispuesto tomar una sucesión de profetas, hombres con su Palabra en sus bocas, que pudieran darles dirección en tiempos de perplejidad personal y nacionalâ(La voz del Dios Santo, Editorial Vida, USA 2007, pág. 23).
Lamentablemente muchas generaciones han sido dirigidas por rabinos, sacerdotes y pastores poco sabios y menos santos, por individuos con vestiduras religiosas que impresionan por lo general a las masas (que les tienen por âmensajeros divinosâ), pero que dominados por la mundanalidad o por una simple vida ritualista vacÃa de vida espiritual han extraviado al pueblo de D-os, siendo notoria la falta de auténticos profetas que les reconvengan y les hagan volver al camino correcto. En la época de JeremÃas la corrupción espiritual llegó a tal extremo que tanto cohaniÃm como leviÃm y soferim (sacerdotes, levitas y escribas) caminaban juntos por el sendero amplio de la impiedad:
- âAun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yahwéh. ¿Cómo decÃs: Nosotros somos sabios y la ley de Yahwéh está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas.
    Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquà que aborrecieron la palabra de Yahwéh; ¿y qué sabidurÃa tienen?. Por tanto daré e otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue su avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño.
    Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay pazâ.
                                                                                              (Yirmeyahu-JeremÃas 8:7-11)
     Otro ejemplo. Cuando el profeta Amós es expulsado del reino del norte por el airado sacerdote AmasÃas de Bet-El, quien consideraba que las palabras del profeta ofendÃan al rey e incomodaban a todo el pueblo (desviado de la fe y alejado totalmente de D-os). El profeta Amos le responde:
- âYahwéh me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Vé y profetiza a mi pueblo Israel. Ahora, pues, oye palabra de Yahwéh. Tú dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac. Por tanto, asà ha dicho Yahwéh: Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierraâ (Amos 7:15-17).
     Ninguna de las palabras del profeta Amós cayó en tierra. Todas se cumplieron cabalmente conforme al mensaje que el Señor le habÃa dado ¿Qué habÃa hecho la clase sacerdotal en el reino del norte para acarrear semejante juicio?: ¡Se habÃa alejado de D-os tomando el ministerio como cosa ligera, habÃa hecho del judaÃsmo una mezcla sincrética cargada de paganismo y maldad que irritaba la santidad de D-os y desviaba al pueblo de la auténtica fe (como sucede en la actualidad entre no pocos grupos judÃos y cristianos). Bastará decir que en esa época, no hubo un solo rey bueno en el Reino del Norte que buscara a D-os. ¡Ni siquiera uno!
Cuatro siglos antes del nacimiento del MesÃas (Yeshua), el profeta Malaji (MalaquÃas) es enviado por D-os para reprender a la clase sacerdotal. Lo peor de todo es que D-os les confronta por medio del profeta y los cohaniÃm ni siquiera estaban concientes de su actitud rebelde y pecaminosa, contestándole al Señor «¿En qué nos amaste?»,«¿En qué hemos menospreciado tu Nombre?», «¿En qué hemos de arrepentirnos?», etc.
A causa pues de su ceguera espiritual, D-os les muestra un sinnúmero de faltas por medio del profeta. En verdad que la lista es larga: 1) D-os les dice que no lo amaban, 2) Que menospreciaban su Nombre, 3) Que le deshonraban, 4) Que le servÃan por simple interés económico, 5) Que consideraban inmundo el sistema sacrificial, 6) Que consideraban su ministerio como un fastidio, 7) Que adulteraban y promovÃan el divorcio, 8) Que consideraban la fe como un fardo, 9) Que vivÃan en desobediencia a su Palabra revelada, 10) Que le robaban, 11) Que vociferaban contra Ãl, 12) Que consideraban inútil servir a D-os. (Mal caps. 1-3).
Yeshua, en quien el sacerdote y el profeta toman la forma perfecta, reconviene al sacerdote y liderazgo religioso de su época (dominado por la corriente de los fariseos), confrontándoles por su falsedad, hipocresÃa, exhibicionismo y ambiciones personales:
-âEn la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Asà que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen⦠Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos (talitoth), y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas⦠¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando⦠¡GuÃas ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! (Mateo cap. 23).
      En la actualidad no exageramos si decimos que las cosas están peor. Sinagogas donde la homosexualidad es protegida y alentada, como igual sucede en algunas denominaciones cristianas protestantes, órdenes católicas donde la pederastia es la constante y obispos que prefieren pagar millonarias sumas para silenciar las voces de las vÃctimas de sus perversiones sexuales, antes que arrepentirse de sus maldades y renunciar voluntariamente a un ministerio que debe ser sÃmbolo de santidad y una ética superior ¿Dónde están los profetas del siglo XXI que reconvengan a los mercaderes de la religión y a los falsos ministros de D-os? Cierto, los hay, siempre los ha habido, sólo que en estos tiempos de tinieblas los medios de comunicación no les conceden espacio. No son noticia que venda. Hablan de D-os y esto no gusta, al contrario, les molesta.
Asà que nos despedimos con las palabras de un profeta contemporáneo asesinado en la ciudad de Menphis (1968), rogando al Señor para que envÃe profetas que de parte suya confronten a los Aarones desenfrenados, que alerten a su pueblo (judÃos y cristianos), para que le orienten espiritualmente y denuncien toda corrupción en tanto que Yeshua retorna:
-âCARTA A LOS CRISTIANOS DE AMERICA⦠Tenéis una doble ciudadanÃa. VivÃs simultáneamente en el tiempo y en la eternidad. Vuestra más alta lealtad se la debéis a Dios, y no a las costumbres de la gente, el Estado, la nación, o cualquier otra institución humana. Si una institución terrena o una costumbre no están de acuerdo con la voluntad de Dios, vuestro deber de cristianos es oponeros a ella. No debéis permitir nunca que las exigencias transitorias, efÃmeras, de las instituciones que ha creado el hombre aventajen a las exigencias eternas de Dios todopoderoso. En una época en que los hombres traicionan los altos valores de la fe, debéis aferraros a ella, y, a pesar de la presión de una generación que los aliena, presedvarlos para los niños que aún han de nacer. Debéis estar dispuestos a desafiar costumbres injustas y a boicotear el status quo. Estáis llamados a ser la luz del mundo. Tenéis que ser la levadura vital y activa en la masa de la nación⦠La finalidad de la vida no es ser feliz, ni buscar el placer y evitar el dolor, sino hacer la voluntad de Dios, sea cual seaâ¦â (Martin Luther King: La Fuerza de Amar, Editorial Ayma, España 1969, págs. 145,149).
                                                                                                              SHALOM.
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El rabino Manuel Hernández Gómez es consejero espiritual de la AJMM. Es Abogado (Universidad de Guadalajara), tiene además Licenciatura y MaestrÃa en TeologÃa por la Universidad FLET de Miami. www.mhernandez.com.mx
e-mail: mahergo50@hotmail.com
La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
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