M.T.Rabino Manuel Hernández G.
Casi todos nos quejamos de la situación que guarda la humanidad, de la violencia desbordada, de la injusticia social, de la promiscuidad sexual, del acoso despiadado contra la institución de la familia, de la ausencia de valores, de la rebeldÃa juvenil contra los padres, de la drogadicción, de la deshonestidad comercial y en todos los órdenes, etcétera.
    Las Sagradas Escrituras son muy claras en sus advertencias: âNo os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segaráâ (Gál 67). Desde el siglo XIX cierto sector filosófico comenzó a negar la existencia de D-os y en el mundo intelectual no fueron pocos los que cayeron en la trampa, pues por mucho que se lea, el hombre sin verdadera libertad tiende a imitar a otros antes que definir su criterio de manera individual, justa y equilibrada. Nieztche escribió â¡Dios ha muerto!â, y en el mundo de los pensadores algunos le ayudaron a cavar la imaginaria tumba; incluso en el campo teológico los carentes de fe se sumaron al funeral.
    Pero como se trataba de mera retórica producto del ego ensoberbecido y no de una realidad (D-os no tiene principio como tampoco fin, es decir, vive para siempre ¡Baruch ha Shem!) lo único que enterraron además de su rechazada esperanza eterna con el Señor: fue el mensaje Divino con todos los beneficios que ofrece y aporta a la Humanidad. En otras palabras: dieron la espalda a la única fuente de vida que puede hacer llevadero y con esperanza este mundo.
    El famoso historiador inglés Paul Johnson reconoce en una de sus grandes obras el enorme capital moral de los valores judeocristianos y su aportación a occidente: âEl cristianismo no ha logrado que el hombre se sintiera seguro, feliz, o siquiera digno. Pero aporta una esperanza. Es un agente civilizador. Ayuda a enjaular la bestiaâ (Historia del Cristianismo, Javier Vergara Edit., pág. 581)
    Otro británico, el veterano teólogo cristiano J. I. Packer, advierte el grave error cometido por el mundo occidental al separarse de Dios y de los valores emanados de su Palabra:
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-âLa civilización occidental que hemos conocido con su preocupación por la salud, bienestar y dignidad del individuo, la integridad en la administración pública y la familia, en que la mujer es honrada y los derechos de los hijos reconocidos, es un producto cristiano âen realidad judeo cristiano, n.del autor-. La sociedad occidental hoy está activamente secularizando todas estas cosas, esto es, separándolas de sus raÃces históricas en la fe cristiana, y está relegando esta fe al olvido, considerando que ya no es una base viable para la vida de comunidad⦠Pero por más que por la gracia común de Dios se encuentran de modo regular rasgos morales entre el hombre caÃdo, los valores y estándares cristianos no pueden durar en una sociedad que corporativamente ha apostatado de la fe cristianaâ¦
  La «indulgencia», «tolerancia» o «permisividad» de que tanto nos jactamos es, en realidad, algo bajo maldición divina, como fue el estúpido desenfreno en los dÃas de JeremÃas. ¿Qué persona sensata puede mirar al futuro sin sentir escalofrÃos?.
  ¿Qué podemos, pues, decir de la moderna sociedad secular? ¿DeberÃamos ver su emergencia como una señal de progreso?¿No es en realidad una señal de decadencia, como los primeros pasos sobre un plano inclinado resbaladizo que acaba en el abismo sin fondo? Cuando no se hace caso de los valores de Dios y la única comunidad de ideales es la permisividad, ¿de dónde se hallará el capital moral, una vez que la herencia del cristianismo haya sido despilfarrada?.â (Dios: Yo quiero ser cristiano, Editorial ClÃe, págs. 336-338).
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    Europa y América, principales defensores de la fe, de pronto se quedaron sin las murallas espirituales invisibles que le protegÃan, repudiando sus defensas y entregándose casi de manera total al hedonismo y al pecado en general. La adoración a D-os se cambio por la egolatrÃa y la adoración al «becerro de oro» y el procurar hacer la voluntad Divina se tornó en el culto a Narciso (con todas las consecuencias que semejante error trae consigo).
   ¿Cómo podrÃan esperar los apologistas del hombre posmodernista un mundo mejor habiendo rechazado a D-os? ¿Realmente pensaban que las cosas iban a mejorar cerrándole la puerta y atacando a la fe?. Los resultados saltan a la vista y aunque muchos no lo acepten ¡horrorizan!.
    Ahora bien, entre los valores que la Biblia nos ofrece para vivir correctamente y en armonÃa, se encuentra la ética: la gran ausente en el siglo XXI. ¿Cómo podrÃa responder con rectitud ante el prójimo el hombre sin D-os? El hombre sin D-os por lo general busca ventaja en toda relación interpersonal. No puede ser de otra manera. El amor del hombre por muy bien intencionado es limitado, no se diga el del hombre dominado por sus pasiones y el egoÃsmo.
  El individuo sin la ética de D-os humilla, ofende, roba, despoja, abusa, lastima, agrede, no considera jamás a su prójimo. Súbdito de Narciso vive únicamente para sà mismo y sus acciones todas, sin excepción, quedan marcadas de alguna manera por su egoÃsta cosmovisión. El MesÃas estableció hace dos milenios con toda claridad las reglas de la ética divina:
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-âAsà que,  todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, asà también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley (Torá) y los profetas (neviÃm)â. (Mat 7:12)
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    Como todos sabemos y padecemos cotidianamente, el hombre incrédulo del siglo XXI no contempla el derecho y dignidad del otro. Al elaborar un contrato, los beneficios corren siempre a favor del vendedor y el cliente por lo general es tratado como presunto delincuente. Desde el noviazgo, uno (o ambos) deja(n) ver sus exigencias egoÃstas, por lo que de llegar el matrimonio el fracaso está asegurado, a menos que la otra parte se convierta inevitablemente en esclava.
  La señora que todos los dÃas acude al mercado compra mercancÃas a ladrones que le dan kilos de 800 gramos y metros de 90 centÃmetros, asà como productos robados o cercanos a la descomposición. El Tanaj (A.T.) advierte al respecto:
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    La deshonestidad esta hundiendo nuestra civilización. Lo peor del caso es que el mundo religioso no está exento de culpa, pues son más los judÃos y cristianos que separan su fe de la ética y el trato con sus semejantes que los que mantienen la posición bÃblica. De hecho los primeros son una apabullante mayorÃa. Pocos son los creyentes en el siglo XXI que conocen esta cita del profeta pero menos aún los que la tienen como advertencia de lo que no se debe hacer. De evitar los abusos contra el prójimo:
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- OÃd esto, lo que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan (especulación), y achicaremos la medida (deshonestidad comercial); y subiremos el precio (encarecedores) y falsearemos con engaño la balanza (ladrones), para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos (esclavitud simulada), y venderemos los desechos del trigo. Yahwéh juró por la gloria de Jacob: No me olvidaré jamás de todas sus obras. (Amós 7:4-7).
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   Para deshonra del propio ser humano vemos en el presente que este cuadro de abuso contra el prójimo, de ausencia total de ética (el amor ni mencionarlo) acontecido durante la época de Amós (760-750 a.C.), se repite de manera fiel en el presente. Con el pretexto de la globalización los salarios en los paÃses subdesarrollados y del tercer mundo han caÃdo hasta un 20 ó 30 por ciento de su poder adquisitivo anterior. Y por si no les fuera suficiente su maldad a quienes mantienen estas conductas ilÃcitas, el trabajador todavÃa tiene que âagradecerâ que le den empleo pues le advierten que en otro paÃs alguien lo puede hacer por la mitad o por una tercera parte (que lamentablemente es verdad).
    En la teorÃa el judaÃsmo afirma velar por el interés y cuidado de su prójimo (el cristianismo igual), sin embargo el hombre no rendido a D-os sigue siendo el mismo de siempre y por mucho que se afane en su carne es imposible una transformación interna, asà que aunque exista interés de algunos lideres comunitarios por ayudar al otro, no bastan la buenas intenciones (sin demérito alguno del bien que se hace).
    En un libro publicado en Argentina, Bernardo Kliksberg señala que âDesde sus orÃgenes el judaÃsmo nació con una profunda preocupación acerca de los problemas básicos del ser humano. En el centro de su agenda se hallaron, desde la Antigüedad, los rostros concretos de seres humanos en dificultades: la viuda, los huérfanos, el extranjero, los pobres, los oprimidos. La relación entre la divinidad y el pueblo tuvo, desde sus inicios, contenidos dirigidos a asegurar condiciones dignas a todos los seres humanos, por el hecho de ser tales, criaturas de Dios, sin ninguna de justificaciones mayores. Para el judaÃsmo, la idea de que deben incluirse los derechos sociales en los derechos humanos formó siempre parte básica de su visión del mundo, una noción que acaban de adoptar recientemente las Naciones Unidasâ (El judaÃsmo y su lucha por la justicia social, FCE, Argentina 2000,,pág. 10).
   ¿Esto es asà en la realidad?. La mayorÃa sabemos que una cosa es lo que D-os nos pide en las Sagradas Escrituras y otra lo que sucede en lo cotidiano (en el lado cristiano las cosas puede que se encuentren igual o peor, debido sencillamente a que la mayorÃa ni siquiera contempla al prójimo, menos la ética bÃblica como norma de vida).
   ¿Has conocido alguna familia judÃa pobre que no reciba ninguna atención de su comunidad? Debemos aceptar que la brecha entre la teorÃa religiosa y los hechos del creyente varÃa y en no pocos casos se convierte en auténtico abismo. Los sociólogos pueden describir la vida de manera muy optimista, no asà los teólogos, que al analizar lo que sucede desde la óptica de las Escrituras descubrimos sin mayor contratiempo las limitaciones del hombre caÃdo. No importa si es judÃo o cristiano, pues una cosa es ser nominalmente creyente y otra muy distinta rendirse ante D-os y reconocer en el MesÃas al redentor y Señor de sus vidas.
   Mientras la humanidad no reconozca como el mayor de sus errores el haber dado la espalda a D-os y se arrepienta de su pecado, la avalancha de impiedad seguirá creciendo y sepultando a un mundo aterrorizado por todas las plagas que el pecado produce. Esperar entonces que la ética fuese invitada en estas condiciones no pasa de ser un deseo ingenuo, pues como nos advierte el Señor: «Porque separados de mÃ, nada podéis hacer» (Yohanán-Juan 15:5). Es decir ¡Nada!. Oremos entonces para que judÃos y cristianos temerosos de D-os podamos por su gracia ser luz en medio de tantas tinieblas espirituales. SHALOM.
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El rabino Manuel Hernández Gómez es consejero espiritual de la AJMM. Es Abogado (Universidad de Guadalajara), tiene además Licenciatura y MaestrÃa en TeologÃa por la Universidad FLET de Miami. www.mhernandez.com.mx
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e-mail: mahergo50@hotmail.com
La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
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